(Una mujer sentada y un hombre se acerca a ella)
(el hombre se sientan y empiezan a hablar entre ellos)
[...]
AURELIA: Pero en lo que afecta a mí, que por desgracia, soy tan romántica como ellos, tengo, en cambio, la suerte de estar mucho más equilibrada; y realmente sólo padezco de manías: una, es la de no poder soportar que alguien permanezca de pie mientras estoy sentada yo...
RAMIRO: ¿Y la otra?
AURELIA: La otra...El ansia de ser feliz.
RAMIRO: ¿El ansia de ser feliz?
[...]
AURELIA:[...] Ante todo... ¿qué es la felicidad?
RAMIRO: La felicidad es el estado de conciencia de que se es feliz.
AURELIA: Es el estado de conciencia de que se es feliz...Lo cual quiere decir ¿que la felicidad no es feliz?
RAMIRO: Exacto. La felicidad no es, necesariamente, ser feliz. Pero sí es la felicidad el creer uno que es feliz.
[...]
AURELIA: ¿qué es el amor?
RAMIRO: Pues el amor, señorita Morán, es , en sus ciminetos, la atraccion física de los seres; y en su cúpula la unión armoniosa de las almas de esos seres, y en su masa, un edificio que se viene al suelo cuando fallan los ciminetos y del cual lo primero que se hace añicos es la cúpula.
[...]
AURELIA: ¿y quiere decirse que sin atracción física, sin belleza externa, no hay amor posible?...
RAMIRO: Tal creo.
AURELIA: ¡Qué horror! ¡Qué horror!
RAMIRO: ¿qué?
AURELIA: ¿Y quiere decirse, en fin, que la unión de las almas se hace añicos en cuanto falle esa atracción física, esa belleza externa...?
RAMIRO: Me lo temo mucho.
[...]
AURELIA: ¡ Es la primera vez que oigo a un hombre feo afirmar y sostener que el principal mérito del hombre sea ser guapo!
RAMIRO: Quizás ello se deba únicamente a que no ha habido hombre guapo capa de robarle el amor de ninguna mujer.
[...]
AURELIA: ¿ cuáles son los sintomas del amor?
RAMIRO: En el hombre, la timidez; en la mujer, la osadía.
AURELIA: Paso por lo de la mujer, pues es cierto y yo he comprobado varias veces que una mujer enamorada se atreve a todo. Pero el hombre...
RAMIRO: ¿ qué?
AURELIA: Que no lo veo claro. En el amor los hombres son siempre audaces y cuando no son audaces nada consiguen, porque a la mujer no le gusta el hombre tímido.
RAMIRO: Usted confunde al seductor con el hombre enamorado.
AURELIA: ¿Cómo, cómo?
RAMIRO: Que el seductor, el hombreque se propone enamorar a una mujer, es siempre audaz, señorita Morán; porque sabe, como lo sabe usted, que a la mujer no le gusta el tímido y que sin audacia no conseguirá nada.Pero es que el seductorno es nunca un hombre enamorado: por eso precisamente puede ser audaz, y por eso precisamente es seductor.Mientras que, por el contrario, el hombre enamorado es tímido porque está enamorado; y , como ama, no piensa en hacer el amor; y no pretende seducir, porque es él el seducido.
AURELIA: ¡Dios mío! Entonces a una mujer le es muy fácil saber si el hombre que se le acerca está enamorado o no...
RAMIRO: Facilísimo.
AURELIA: Basta con observarle y ver si muestra tímidez o audacia.
[...]
AURELIA: ¿ Existe eb ek ser humano un detalle fácil de observar, una cualidad que salte a la vista, una piedra de toque, en fin, que pueda garantizarle a otro ser la seguridad de lograr con él el amor completo?
RAMIRO: Sí. Existe en el hombre y existe en la mujer.
AURELIA: ¿ Y qué cualidad es ésa?
RAMIRO: Al pareer, todos los humanos sientes de igual modo amor, señorota Morán, pero no hay nada menos cierto que esa apariencia. Por el contrario, la verdad real es que desde el punto de vista del amor, los seres humanos se dividen en dos grupos: los que necesitan amar y los que necesitan ser amados.
AURELIA: ¿Entonces...?
RAMIRO: Entonces la reunión capaz de producir un amor con garantías de duración y soidez es siempre la de dos seres que pertenezcan a grupos distintos.
AURELIA: ¿ Una mujer que necesite amar y un hombre que necesita ser amado?
RAMIRO: O una mujer que necesite ser amada y un hombre que necesite amar...
AURELIA: ¡ Pero amigo mío...! Pero... ¿y para saber a qué grupo pertenece cada cual?
RAMIRO: Para eso existe una piedra de toque definitiva: el amor del gato y del perro.
AURELIA: ¿ El amor del garo y del perro?
RAMIRO: Sí. Porque eses dos encantadores enimaes domésticos simbolizan los grupos en cuestión y hasta se diría que ambos están en el mundo para ser preferidos respectivamente por los seres que constituyen los dos grupos. El gato es todo egoísmo y frialdad, el perro es todo generosidad y efusión. Y así instintivamente les gustan los gatos a aquellos seres que necesitan ser amar y les gustan los perros a aquellos seres que necesitan ser amados: y el gato se deja amar de los que le aman y el perro ama a los que le piden amor.
AURELIA: ¿Luego para saber si una persona necesita amar o ser amada basta con averiguar si le gustan los perros o prefiere los gatos?
RAMIRO: Cabalmente. ¿no es sencillo?
AURELIA: Sencillísimo. [...]
OBRA DE ENRIQUE JARDIEL PONCELA
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